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George C. de Lantenac.

Extracto de LAS FLORES DEL FUEGO, de George C. de Lantenac.


El conejo ante los faros, inmóvil; el automóvil siempre más cerca. Atropellados, usamos sólo las extremidades delanteras, arrastramos las otras dos, ya para siempre inútiles. Y somos nuestro propio lastre.

Podemos observar la herida, y no saber de ella. Cómo. Entonces, el hábito a – de – la herida; la socializamos, la urbanizamos, la civilizamos. La herida que se categoriza y adquiere presencia de brazo, o hígado, o ceja.

Imagen de la herida. No es acumulable. Descree de distancias; dice de igualdad, de empatía – acaso de solidaridad –; alinea circunstancias diferenciadas – no existen los modos –, fuerza porque cree: fe en designios cuya continuidad acepta – a cuya continuidad se vincula – y no comprende. No afección, no pandemia; cualidad o característica que señala pertenencia. Así, disminuirse para disminuir.


George C. de Lantenac, Las flores del fuego.

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